Lo siguiente es una declaración del Rev. Dr. John C, Welch, presidente de la junta directiva de Gamaliel, sobre el acto de terrorismo en contra de la población asiática en Atlanta el 6 de marzo de 2021.
En 1995, Timothy McVeigh aterrorizó a la Ciudad de Oklahoma. En 1996, Eric Rudolph aterrorizó el Parque Olímpico Centenal en Atlanta, GA. En 1999, Eric Harris y Dylan Kliebold aterrorizaron el pueblo de Columbine, CO. En 2012, Adam Lanza aterrorizó la Escuela Primaria Sandy Hook en Newtown, CT. En 2017, Stephen Paddock aterrorizó Las Vegas, NV. En 2015, Dylann Roof aterrorizó la congregación Madre Emanuel en Charleston, SC. En 2018, Nikolas Cruz aterrorizó la Preparatoria Marjorie Stoneman Douglas en Parkland, FL. En 2019, Patrick Crusius aterrorizó clientes en un Walmart en El Paso, TX. Esta es una lista de tan solo algunos incidentes de terrorismo doméstico que se ha desvanecido de la memoria proverbial de este país.
La balacera en el spa en Atlanta donde ocho personas fueron matadas, seis de las cuales eran mujeres asiáticas, es tan solo otra nota en la litania de actos terroristas de violencia. No caracterizar esto como un acto de motivación racial contra los asiáticos, engendrado por las falsas narrativas discriminatorias que los asocian con el Coronavirus será un error judicial. Este desfile de mentiras y caracterizaciones erróneas ha avivado un asalto venenoso contra los asiáticos en este país.
Estas brasas terroristas nunca se han extinguido por completo, brasas encendidas y avivadas por la ideología de la supremacía blanca. Los afroamericanos, los latinos y los asiáticos han sido durante mucho tiempo el blanco del vitriolo y la violencia intolerantes, el odio a menudo presenciado por un gran número de mentes apáticas y corazones poco comprensivos, pero lo que es más importante, testigos que no están dispuestos a extinguir el odio.
No podemos ser una tierra de libertad y seguir viviendo con miedo. No podemos ser la tierra de la libertad bajo un derecho constitucional equivocado y malinterpretado a portar armas, una libertad de expresión que permite que el odio sin restricciones se exprese en boca de las personas más poderosas de nuestro país y de otros, y un socavamiento explícito de nuestra democracia. El odio contra los asiáticos no es diferente al odio contra los pueblos indígenas, los negros y los latinos. La supremacía blanca ha sido el problema desde la fundación de nuestro país y lo seguirá siendo hasta que el pueblo lo destruye de raíz.
Como personas de fe, tenemos un mayor testimonio por el cual estamos obligados a actuar. Es el Dios cuyo nombre hemos adjuntado a los documentos fundacionales de este país y cuyo nombre hemos adjuntado a la moneda de nuestra economía. Es posible que hayamos olvidado las vidas perdidas por el terrorismo doméstico a manos de los supremacistas blancos, pero Dios no. Dios tampoco ha olvidado ni olvidará nuestra inacción. No sigamos olvidando y en su lugar pasemos a la oración y la acción.