En este momento de la pandemia, la fragilidad de nuestra democracia, la naturaleza predatoria de nuestra economia, y la condicion precaria de nuestras comunidades—especialmente aquellas comunidades de escasos recursos y comunidades de color— estan siendo saqueadas.
El coronavirus está infectando y matando a las personas negras en los Estados Unidos a tasas desproporcionadamente altas, según datos publicados por varios estados y ciudades grandes. Por ejemplo en Chicago, los afroamericanos representan más de la mitad de los que dieron positivo en la prueba y el 72 por ciento de las muertes relacionadas con el virus en esa ciudad, a pesar de que representan un poco menos de un tercio de la población. Sin embargo, su susceptibilidad no está ligada a comportamientos individuales; más bien, su susceptibilidad al virus y la muerte durante esta pandemia está ligada al carácter racial de la desigualdad en los Estados Unidos.
A pesar de la narrativa de que vivimos en una sociedad post-racial, la desigualdad racial todavía se ve en todos los aspectos de la vida en este país. Desde el tipo y el acceso al empleo (y la falta del mismo) hasta la atención médica y la vivienda inadecuadas, las personas de color, a través de siglos de políticas públicas racialmente injustas, continúan sin la riqueza y la oportunidad para protegerse de los estragos de esta pandemia.
Esto se está desarrollando en nuestras cárceles, prisiones y centros de detención que también están desproporcionadamente poblados por personas de color. Para los confinados en estos lugares, especialmente aquellos que están hacinados, es imposible que los internos se adhieran a los tipos de medidas de “distanciamiento social” que recomiendan los expertos en salud pública para detener o frenar la propagación de este virus peligroso y altamente infeccioso.
Como una red nacional de personas de fe y personas comprometidas con la justicia racial y económica, Gamaliel se preocupa por la salud pública y la seguridad de todas las personas en este mundo y, en particular, las más vulnerables entre nosotros. Con ese fin, hacemos un llamado a nuestros tomadores de decisiones para que tomen medidas agresivas e inmediatas para reducir el número de personas detenidas en nuestras prisiones, cárceles y centros de detención. Es una buena política publica ahora en medio de la pandemia, y será una buena política después de que termine la pandemia.